abril 03, 2004

Con una mano la ciudad de Milwaukee se acomoda las gafas, y con la otra, su mano fuerte, se sostiene de la vecina Chicago para no caer juntas en el Lago Michigan, que se las viene saboreando hace años. No siempre hay que sufrir. El Milwaukee rudo, expuesto, hostil, al que sólo podías mudarte por decisión de un gran Lieutenant, ha quedado atrás. La fase incómoda del invasor —barbechar la tierra ajena, descabezar apaches— es cosa del pasado. Puedes mudarte ya.

Mr Phuy hizo lo propio en febrero, alquilándose un piso en Washington Avenue a unos pasos del acogedor Cedarburg Coffee Pot, donde nacen estas líneas. Hay que ser justos con el Cedarburg Coffee Pot, que se ha puesto las pilas. Las servilletas llevan impresa una traducción al inglés del vocablo Milwaukee, como también de antimatter, southbound y obliterated.

Todas las tardes un grupo de jovenes siempre cambiante se adueña del Cedarburg, desparrama sus libros y se tira a debatir ligerezas, o fuma, o juega Cranium. La música se mantiene a cierto volumen, como en todas partes. Luego de chapotear en lo más predecible del rock clásico y orgullos locales como The Billy Conrad Band y Single Barrel, se distingue —por amorfa— una melodía de "Blue" Gene Tyranny.

Antes de abordar en Los Angeles, Mr Phuy prometió asimilar velozmente el entorno. Evitar a toda costa la facha de aproximación y cohartada del turismo ocasional, dinámica repulsiva que ataranta a los pueblos. Y lo logra, pues en la primer semana se considera nativo de Milwaukee. La fórmula es sencilla; imaginó que le enorguellecían las mismas cosas. Patriotismo virulento en las ventanas y las vagonetas —una calcomanía dice Get US out of the United Nations—. Honor nitrogenado. Adoración al agua. Celebridades como James A. Lovell Jr, que llegó a ser astronauta.

En Milwaukee las políticas del buen vecino son llevables, pero también carnívoras. Fango y technicolor de la ciudad moderna. Otoño y ditirambo. El unánime miedo a la sombra que pregonó a bayonetazos Samuel Babcock, responsable del Fort McHenry en la Batalla de Baltimore, cuyo cañón favorito era el Rodman Seacoast de 10 pulgadas que escupe pólvora como quien tiene tos.



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mr_phuy@mail.com



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